viernes, 22 de marzo de 2013

Memoria ¿del pasado, del presente, del futuro?


Memoria. Palabra fuerte. Palabra activa. Palabra incompleta.

Palabra fuerte. Esencial en el vocabulario interior de cada uno, pues solemos bucear en ella tratando de refrescar información aprendida con ecos que viene de otros tiempos. Palabra activa. De alta exposición en los vocabularios públicos, pues su presencia crece en los medios de comunicación y se expande a diario en nuestros oídos. Palabra incompleta. Pues su significación suele estar truncada, por lo que sería absolutamente conveniente que pueda encontrar su justa ubicación, completarse y así renacer en toda su potencia.

Tarea nada fácil, tarea desafiante ¡Se puede! Es la urgencia de un desafío que permitiría ampliar nuestra mirada sobre la realidad, aunque solo se trate de una realidad siempre parcial.

Memoria y Función

La definición que se suele hacer de la memoria es la siguiente: un fenómeno de la mente que permite al organismo codificar, almacenar y evocar información del pasado.

Es un continente de contenidos diversos, los cuales se originan en nuestro contacto cotidiano con la realidad a través de nuestras vivencias, nuestros sentidos (imágenes, sonidos, olores, sabores, sensaciones) y las diversas construcciones simbólicas que realizamos a través del lenguaje, estando fuertemente vinculada al proceso de aprendizaje.

Su función sería la de poner a nuestra disposición la información que necesitemos en el momento oportuno según los requerimientos inmediatos de nuestros planes, necesidades u objetivos.

Memoria y Temporalidad

Si bien es cierto que la ciencia define a la memoria como una función del cerebro que permite recordar información del pasado, sería importante analizar otras relaciones que la puedan vincular con el presente y con el futuro, pues estos vínculos ampliarían nuestra visión sobre sus posibilidades. En este sentido creemos necesario distinguir dos aspectos complementarios de la memoria con relación al tiempo. 

Un aspecto es el tiempo cronológico en el cual, en un instante dado, se hace el registro de la información que es almacenada en nuestra memoria. En ese sentido toda información que se almacena para luego ser recuperada, es evocada en el presente y llega siempre desde el pasado. No hay dudas. Se trata de un tiempo físico y en todos estos casos hablamos siempre de memoria del pasado.

El otro aspecto, se relaciona con el significado que tiene la información almacenada con relación al tiempo; por ejemplo, cuando ser guarda en la memoria una tarea o acción que es necesario realizar en el futuro. En estos casos se presenta el hecho particular de que la memoria adquiere una nueva cualidad que es la necesidad de asociarla con una "alarma" determinada que recuerde ese hecho futuro, en el instante preciso, a pesar que dicho hecho haya sido almacenado con anterioridad a su momento real de ejecución.

En estos casos, podríamos decir que dicha información pertenece a una memoria del futuro, pues se hace necesario recordar aquello que se debe hacer cuando llegue el momento oportuno, ya sea que se trate de un turno médico, del inicio de un trabajo, de un evento del que hay que participar, etc. A este recuerdo de “lo por hacer” se le agrega un nuevo componente, que suma cierta tensión, pues es necesario no olvidarse de ese hecho cuando llegue el momento. Y esto sucede principalmente con la memoria del futuro, lo cual la diferencia de las otras.

Podríamos decir que, desde este punto de vista, la memoria se convierte en algo atemporal, pues en ella se mezclan registros de cosas terminadas (pasadas), de cosas en proceso, actuales (presentes) y de cosas por hacer (futuras), en una unidad donde se ubican con determinado orden y secuencia, no solo una variada información sino además sus significados con relación al eje del tiempo.

Esta mezcla de pasado, presente y futuro dota a la memoria de una condición especial con relación a las actitudes que puede adoptar una persona en su vida individual o en la de relación, como fundamento y sostén de conductas y comportamientos en el logro de objetivos, ya sean propios o colectivos.

Memoria y Encuentro

Y es con relación a la conducta que creemos, justamente, que memoria y encuentro son dos conceptos de fuerte vinculación. De alta coherencia. De ricas posibilidades, esperanzadoras. La pregunta que salta a la luz es ¿de qué memoria hablamos y cuál sería la finalidad de dicho encuentro?

Con relación al tipo de memoria, creemos necesario priorizar la del futuro por sobre las demás, pues aquello que motiva y refuerza las voluntades, pareciera haber sido siempre el anhelo por lograr una meta, un objetivo o un propósito, propio o compartido, y que por su propia naturaleza está ubicado en el futuro, cercano o lejano, pero futuro al fin.

Esto no significa descartar la memoria del pasado ni la del presente. De ninguna manera. Solamente que éstas deben alinearse por detrás, pues solo mirando el futuro es posible visualizar lo que se desea alcanzar, lo que motiva y lo que alimenta la voluntad en el presente, permitiendo avanzar por un camino que deberá ser enriquecido en su hacer a través de la experiencia y del conocimiento, los cuales sí provienen del pasado y de lo aprendido.

Es una permanente retroalimentación: el futuro como faro y motivación, el pasado como conocimiento y experiencia y el presente como acción dirigida desde el futuro y sostenida desde el pasado.

Es en este sentido que la palabra encuentro adquiere un significado y una potencia que de otra manera no lograría, pues un encuentro sin una finalidad compartida, como futuro, no es un encuentro, es una confusión o un conglomerado humano; un encuentro con una finalidad que haga foco en el pasado, es una reunión de nostálgicos y una reunión con finalidad de solo presente no pasa de ser una mera distracción.

Solo el futuro, expresado como propósito, puede asignar significación a un encuentro de personas, por ello la segunda parte de la pregunta “con qué finalidad sería dicho encuentro”  es lo que quedaría pendiente de resolver. Y esto no puede resolverse, solamente desde lo individual. Se hace necesaria la comunión entre personas.

Es en este punto en donde sería esperanzador y alentador que cada uno, ya sea en soledad o asistido, pueda realizar el esfuerzo no exento de dudas, de inquietudes, que le permita reflexionar, investigar y sacar a la luz sus recuerdos de forma tal de ir desagregando -poco a poco- su propia memoria; poniendo sobre el tapete de su conciencia los distintos recuerdos, haciendo la limpieza que corresponda, descartando lo que sienta inútil, refrescando lo que sienta útil, intentando descubrir la propia raíz donde quizá pueda descubrir el verdadero significado de la palabra participación.

Es solo una posibilidad, un camino. ¡Caminante...!